Equipo Multiprofesional

Preparados, listos, ya… ¡Es Hora de Jugar!

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Macarena Mendoza

Fonoaudióloga
maca.mendozas@gmail.com

Más de una vez hemos escuchado la frase “Los niños aprenden jugando”, y toda la razón, el juego es una de las habilidades más importantes que desarrollamos en la infancia. Cuando jugamos, desarrollamos y practicamos nuevos aprendizajes, como el lenguaje, la resolución de problemas, la motricidad, imaginación, asumir distintas perspectivas entre otras; estimulando así el desarrollo global de niños y niñas.

Los niños con desafíos en la comunicación, a diferencia de los niños con desarrollo típico, no encuentran en las interacciones sociales una forma natural de gratificación. Entre los desafíos que podemos encontrar en los niños con TEA, y que afectan sus oportunidades de aprendizaje están las dificultades que presentan para: prestar atención a otras personas, sonreír con finalidad social, jugar por turnos, interactuar en los juegos sociales, utilizar gestos, utilizar lenguaje, imitar a los demás, jugar con juguetes de forma típica (generalmente se centran en la exploración inusual de los detalles de los objetos), comprender e identificar los sentimientos de las demás personas así como los propios.

Debido a estos múltiples desafíos, es que el juego se transforma en nuestro mejor aliado, ya que, es precisamente a través de éste donde podemos enseñar a los niños a prestar atención a las oportunidades claves de aprendizaje social. A través del juego, el niño puede prestar atención al lenguaje hablado, las caras, los gestos y también a potenciar su atención hacia las personas y sus acciones, sonidos y palabras; de forma que los niños tengan más oportunidades de encontrar sentido a la información que es esencial para el desarrollo típico del lenguaje y las relaciones sociales.

En el juego, buscar la sonrisa del niño es fundamental para su aprendizaje. No olvides que más diversión es aprendizaje más rápido. Cuando estamos entretenidos en algo, queremos repetir esa actividad fascinante y cuantas más veces lo repitamos más rápido aprenderemos. Además, a través del juego potenciaremos mayor cantidad de tiempo interactuando juntos, entregando más oportunidades de aprender. Es muy importante que recuerdes, que la carga emocional que nos provoca una actividad divertida ayuda al propio aprendizaje y a los procesos de memoria.

Cabe señalar, que las señales que nos entregan los niños para que continúe una actividad divertida son la base para que comiencen a comunicarse. Esto, junto con el fuerte incentivo que esta actividad se repita, constituyen un sistema natural de gratificación. En otras palabras, cuando somos fuente de diversión y momentos entretenidos, logramos que los niños aumenten el tiempo que nos prestan atención y que participen socialmente; y con esto, los niños desarrollan más comunicación y más oportunidades de aprendizaje.

Finalmente, es importante recalcar que, durante el juego, no existe un líder ni un aprendiz, ningún jugador dirige al otro, cada uno es a la vez el que lidera y el que sigue. Podemos ver que un niño lidera cuando escoge un juguete o un tema de juego, pero el adulto lo sigue imitando las acciones del niño, propiciando la ayuda, acercándole algo que se ha caído, mostrando la mano para ayudar a encajar esa pieza que no puede insertar, a su vez hace de líder cuando propone una variación en el juego o motiva una idea nueva de juego.

Y tú… ¿Ya te animaste a jugar? Te invito a ver el video y conocer algunos tips para jugar con tu hijo.